Tener un problema digestivo puede llegar a condicionar nuestro estilo de vida. Síntomas tan inespecíficos como digestiones pesadas, estreñimiento, gases o la tripa suelta puede condicionarnos a tal punto de tener que organizar nuestra vida en base al ritmo de nuestro sistema digestivo.
Normalmente cuando empiezan presentarse acudimos al médico o al especialista, realizamos las pruebas pertinentes y, si tenemos suerte, tenemos un diagnóstico y un tratamiento, si no nos debemos conformar con un diagnóstico y algún fármaco paliativo o, incluso, sin diagnóstico preciso.
La cuestión es que es un sistema complejo con una regulación hormonal complicada y entrelazada que, en ocasiones, dificulta un abordaje exitoso.
El sistema digestivo constituye la verdadera frontera por la que las sustancias entran en nuestro cuerpo. El tubo digestivo nos atraviesa de boca a ano. En este recorrido el alimento es desmenuzado en sus compuestos básicos para que puedan ser absorbidos, pero junto con los alimentos entran seres vivos como bacterias, hongos, virus, levaduras, etc. y, justamente por ello, encontramos células del sistema inmunitario y del sistema nervioso rodeando el intestino.
Este control fronterizo es tan importante que tenemos un ‘segundo cerebro’ en el intestino el cual puede reaccionar de manera rápida y coordinada ante un patógeno o alimento el mal estado.
Las alergias y las intolerancias son las más fáciles de tratar (aunque no siempre de individuar) ya que una vez eliminado el alimento problemático todo vuelve a su cauce, pero también tenemos muchos problemas funcionales o de origen nervioso que pueden afectar la parte alta o baja del digestivo. Por parte alta entendemos esófago y estómago, y por parte baja el intestino.
Las alergias
Son más sencillas de individuar ya que los síntomas se presentan a los pocos minutos de haber ingerido el alimento. Puede manifestarse con picor en la nariz, boca o garganta, urticarias y eccemas, hinchazón en boca y garganta, dificultad para respirar, diarrea o vómitos, entre otros.
Lo que hay que entender es que las alergias alimentarias son un cuadro originado por nuestro sistema inmunitario, por eso se nos pueden hinchar las vías respiratorias altas y originarnos problemas bastante serios como un shock anafiláctico.
En Europa hoy se señalan por ley los 14 alimentos más alergénicos y que son:
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- El gluten
- Crustáceos y productos que los contienen
- Moluscos y productos que los contienen
- Leche y derivados
- Frutos secos y productos que los contienen
- Sésamo y productos que los contienen
- Cacahuetes Sésamo y productos que los contienen
- Ajo y productos que los contienen
- Apio y productos que los contienen
- Mostaza y productos que los contienen
- Altramuces y productos que los contienen
- Soja y productos que los contienen
- Sulfitos y dióxido de azufre
- Huevos Sésamo y productos que los contienen
Más allá de este listado, cada uno de nosotros puede desarrollar alergia a cualquier otro alimento.
Un aspecto a señalar es que la alergia puede empezar a cualquier edad, agravarse o mejorar. Las personas con alergia deberían prestar particular atención en ingerir frecuentemente alimentos antiinflamatorios, evitar los proinflamatorios, así como estados de inflamación crónica. Es decir, todo lo que tranquilice nuestro sistema inmunitario acabará favoreciéndonos.
Las intolerancias
Son más complicadas de individuar ya que sus síntomas son más genéricos y aparecen a las 3 o 4 horas o más horas de la ingesta del alimento en cuestión. Por lo general son síntomas que atañen al intestino y, en particular, cuadros de heces líquidas, pero también pueden ser migrañas, urticarias, cansancio, entre otros.
Además, pueden tardar un tiempo en debutar.
Por ejemplo, una persona intolerante a la soja que, de repente, empieza a desayunar con leche de soja. Al principio, durante unas 2 o 3 semanas puede no tener síntomas y, de un día para otro, empieza a tener episodios de diarrea a media mañana, pero no todas las mañanas. A veces tiene diarrea por las tardes, pero no todas las tardes. La persona se da cuenta que hay algo que le está sentando mal, pero no logra individuarlo.
Las intolerancias se producen por qué el intestino no logra digerir un alimento y en estas reacciones no interviene el sistema inmunitario, tal y como lo hacía con las alergias.
Hoy en día hay intolerancias muy frecuentes y que pueden diagnosticarse con pruebas no invasivas, como son intolerancia a:
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- La lactosa
- La fructosa
- Gluten
- Sacarosa
- Histamina (esta, generalmente, por déficit de DAO)
En estas las más complicadas de abordar son la de la fructosa y la de la histamina, ya que hay que eliminar/reducir muchos alimentos y esto afecta a la libertad de la persona a la hora de poder comer fuera de casa.
La parte alta de digestivo
Nos referimos al esófago y estómago y sus problemas más comunes, como el reflujo o acidez, la gastritis y la dispepsia.
Reflujo o acidez
Se caracteriza por una sensación de quemazón en la boca del estómago. Afecta al esófago en mayor o menor medida. En algunos casos la persona puede regurgitar trozos de alimento.
Aunque los síntomas sean los mismos, estas afecciones pueden tener causas diferentes:
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- Hipoclorhidria: ocasionada por una dieta baja en proteínas o infecciones por Helicobacter Pylori o abuso de antiácidos, esta situación hace que suban vahos ácidos al esófago dando sensación de acidez.
- Cardias disfuncional o incompetente: suben vahos y/o líquidos ácidos hacia el esófago.
- Hernia de hiato
- Alimentación demasiado picante o grasa
- Gastritis
En estas situaciones lo conveniente es:
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- Intentar individuar cuál es el caso
- Utilizar antiácidos (menos el caso de hipoclorhidria) si necesarios
- Reparar mucosa estomacal con los alimentos adecuados o recurriendo a suplementación
- Evitar alimentos irritantes como café, té, alcohol, alimentos picantes o muy grasos, entre otros, y abundar en alimentos reparadores de mucosa
- Evitar aquellos alimentos que, por experiencia personal, sabemos que nos sientan mal
- En casos de hipoclorhidria trabajar para recuperar el ácido estomacal.
Gastritis
Es la inflamación de la pared del estómago. Puede estar acompañada de reflujo y/o dolor intenso en la boca del estómago. Este dolor puede ser invalidante.
Normalmente la persona con gastritis acude a la consulta del nutricionista con un diagnóstico sobre el tipo de gastritis que padece y con un plan terapéutico que tiene, normalmente, el objetivo de paliar los síntomas.
En estos casos se pueden seguir las mismas pautas que en los casos de reflujo, aunque la mejoría suele ser más lenta. En el caso de gastritis autoinmune hay que trabajar también con el sistema inmunitario, tratando de disminuir la inflamación y, por supuesto, corrigiendo las deficiencias nutricionales que se pudiesen ocasionar.
No debemos olvidar que el nerviosismo y estrés afectan negativamente al funcionamiento del estómago, ocasionando una gastritis nerviosa que puede derivar en úlcera.
Dispepsia
Se trata de un malestar a la hora de comer que puede manifestarse con plenitud temprana, eructos, gases y dolor.
Puede ser ocasional por comer demasiadas cantidades en poco tiempo o por abuso de alimentos irritantes para el estómago.
En ocasiones puede cronificarse y estar acompañada de hernia de hiato. Hay que tratar cada caso individualmente priorizando el bienestar y la correcta nutrición del paciente.
Las molestias más frecuentes son la hinchazón, los gases y las alteraciones del tránsito intestinal o una combinación de los mismos.
La parte baja del digestivo
Las molestias más frecuentes son la hinchazón, los gases y las alteraciones del tránsito intestinal o una combinación de los mismos.
Gases
Son muy frecuentes, incluso en afecciones leves. Digamos que cualquier pequeño desajuste puede manifestarse con gases.
El problema es cuando se cronifican. No todos los gases son iguales: nos podemos hacer una idea de lo que está pasando en el intestino a según del olor y del momento en el que se manifiestan y de si están acompañados por diarreas o estreñimiento
Pueden deberse al tipo de alimentación, a la frecuencia de las ingestas, incluso al nerviosismo y a la forma de comer.
En muchos casos lo que tenemos es un sobrecrecimiento bacteriano que puede instalarse en el intestino delgado o en el grueso.
La intervención nutricional puede mejorar la sintomatología y, dependiendo de los casos, eliminar completamente el problema.
Diarrea
Se trata de un síntoma muy inespecífico que puede deberse a intolerancias, inflamación o disbiosis intestinal (se define así el desequilibrio existente entre los diferentes tipos bacterianos con aumento de los inflamatorios o patógenos).
Para poder solventar el problema es importante realizar una historia clínica detallada para poder ver las intervenciones intentadas hasta el momento, el diagnóstico médico, la duración del problema, el estilo de vida y de alimentación del paciente, entre otros.
En muchos casos lo que tenemos es una intolerancia por individuar. Siempre retiraremos los alimentos irritantes para el intestino o aquellos que estimulan el peristaltismo.
Estreñimiento
Es un problema muy frecuente, sobre todo en mujeres. Se asocia al estilo de vida occidental, en cuando a falta de movimiento, de fibra e hidratación. A veces esto es empeorado por la falta de tiempo material en el trabajo.
Normalmente las soluciones ofrecidas se basan en aumentar el estímulo, sin intentar averiguar si hay alguna causa más profunda detrás de esta molestia. Para ello se puede trabajar el ecosistema intestinal, aplicar tratamientos para modular el sistema nervioso autónomo, hacer ejercicios con nuestro abdomen, etc. Todo ello pasa por realizar una valoración individual.
Enfermedades inflamatorias intestinales
A según del área afectada podemos tener colon irritable o del síndrome del intestino irritable. En estos casos la intervención nutricional intentará desinflamar el intestino pudiendo recurrir a las pautas FODMAP y/o probióticos.
También podemos encontrarnos con patologías intestinales de origen autoinmune en las que reduciremos los alimentos inflamatorios y activadores del sistema inmune.
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