La industria alimentaria y la pesca son los sectores que mayor impacto tienen en el medio ambiente después del de las energías fósiles. Por ello La FAO (1) invita a los países a considerar el impacto ambiental en las guías de recomendaciones nutricionales. Las actividades con mayor impacto son:
1.- La producción de carne y en especial la bovina. La FAO aconseja para los países desarrollados la reducción del consumo de estos alimentos (1). Esto se debe a varias razones. Según varios estudios, las explotaciones bovinas participan en la producción de gases de efecto invernadero, llegando a constituir el 20-30% de la emisión global.
Además, la producción de cualquier tipo de carne implica operaciones de alto impacto, como el propio procesado, el transporte, la conservación, la gestión de los desperdicios generados, la utilización de agua y la deforestación para obtener terreno cultivable. Por ejemplo, las principales causas de deforestación de la selva amazónica se deben a la creación de terrenos de cultivo de soja para alimentar a los animales. La explotación intensiva de animales genera residuos ambientales (como aguas y excrementos), implica el uso sistemático de antibióticos con la consecuente ineficacia de los mismos (incluso en su utilización en el tratamiento con los seres humanos) y utiliza grandes cantidades de agua potable.
A día de hoy una tercera parte del terreno cultivable se dedica a la producción de alimento para animales de abasto. Para la obtención de una misma cantidad de proteínas se necesita cuatro veces más terreno si estas son de origen animal que si son de origen vegetal, puesto que hay que computar el terreno necesario para producir los alimentos con los que se crían a los animales hasta el momento de su sacrificio.
La producción de carne ecológica no es la solución, pues necesita aún más terreno respecto a la intensiva. Por ello no sería posible pasar la producción intensiva a extensiva. Es verdad que el pastoreo utiliza terreno que no sirve para la agricultura, pero no nos engañemos: más del 95% de los animales son criados intensivamente y alimentados con forraje cultivado en terreno cultivable. Además, si la toda la población mundial se alimentase de carne ecológica necesitaríamos 3 planetas para satisfacerla.
Todo esto, la FAO invita a los gobiernos a optimizar la utilización del terreno cultivable y a proveer asesoramiento nutricional a aquellos adultos que deseen optar por una dieta vegetariana o vegana (1).
Otro aspecto a tener en cuenta es el de justicia social. La abundancia de carne constituye el menú de una sociedad rica, pues gran parte de los forrajes y cereales que nutren a nuestros animales son cosechados en terrenos fértiles del tercer mundo, mientras las poblaciones locales padecen desnutrición severa (2). Dicho con otras palabras, la riqueza de los europeos nos permite comprar terrenos en países ajenos y nutrir de este modo los animales de nuestra cría intensiva. Y luego, nos hacemos los bondadosos donando unos eurillos para los niños de África.
En España el consumo de carne ha pasado de los 11,7 kg/per cápita de 1970 a 44,74 kg/per cápita el 2021 (3). Es decir, el aumento es notable, aunque el pico de consumo fue en 2008 con 55,48 kg/per cápita y desde entonces está experimentando un leve descenso. Notar además, que somos aproximadamente 47,3 millones de personas en España, lo que nos lleva a la aberrante cifra de 2.071 millones de kilos de carne. Dicho aumento se debe principalmente al consumo de pollo y cerdo. Es la categoría que más proporción del presupuesto acapara en los hogares, acaparrando el 20% del presupuesto global dedicado a comida. En el concepto ‘carne’ se incluye la carne fresca de mamíferos y aves, así como sus derivados (jamones, fiambres, etc.).
2.- La pesca: la situación de los mares es agónica, con poblaciones de especies diezmadas desde hace tiempo (por ejemplo, anchoa, sardina, bacalao, arenque, merluza o ballenas). Del mar se extraen tanto los peces para su consumo directo, como para la producción de harina de pescado que sirve para alimentar los animales de granja. La acuicultura (es decir la crianza de especies acuáticas de agua dulce o salada) podría ser una solución, pero solo lo sería para peces herbívoros, omnívoros o detritívoros (que se alimentan de desechos), ya que para alimentar a los carnívoros sería necesario pescar a una gran cantidad de peces que les permitan sobrevivir hasta su sacrificio. Sería el mismo razonamiento que para la carne: si nos alimentáramos solo de peces no carnívoros el impacto sería menor.
Las estadística del MAPAMA nos indican que en 1992 hubo un total de capturas de 1.302 millones de kg de peces y marisco, mientras que esta cifra ha bajado hasta los 797 millones en 2021.
¿A qué se debe? ¿Al incremento de los precios o al agotamiento de las reservas?
Si descendemos al detalle, vemos las siguientes fluctuaciones: la categoría Platijas, halibuts, lenguados (una categoría que lleva años en estado de agotamiento) ha bajado desde los 66 millones del 1992 hasta los 12 millones del 2021, mientras que los peces pelágicos diversos han aumentado desde los 21 hasta los 77 millones. Vamos a por todo lo pescable, aunque sea lo último que pesquemos. En la categoría de los mariscos, el grupo Calamares, jibias, pulpos ha bajado desde los 173 millones del 1992 a los 34 millones de 2021.
Aunque la propia industria pesquera acompañe parte de sus productos con la etiqueta de sostenible, la demanda de especies no sostenibles sigue invariada y por ende, su oferta. La venta exclusiva de pescado sostenible conllevaría irremediablemente a la desaparición de la venta de muchas especies a las que estamos acostumbrados. Por ello, los consumidores somos la clave de todo esto: solo una brusca frenada en el consumo de pescado podría salvar los mares de su condena.
Por su parte, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (3) evalúa el impacto medioambiental de la pesca en España según el lugar de origen de las capturas. En el período 2012-2014 el número de capturas en océanos alejados (Golfo de Guinea y Océano Indico) se ha multiplicado por 2,5, pasando de 99 millones de Kg a los 241 en el Océano Índico y de 47 millones a 123 millones en el Pacífico (4). Dicho en otras palabras: nuestros caladeros están bastante peor de lo que podamos imaginar y una vez agotados nuestros caladeros, procedemos a agotar los de los demás. Exactamente lo mismo que hacemos con el terreno de cultivo para la alimentación de los animales de granja. El colonialismo alimentario sigue en pie en pleno siglo XXI ¡y nosotros sin saberlo!
Lamentablemente, lo que sucede debajo de la superficie del agua no es visible, pero tarde o temprano alguien pescará el último pez. Es solo cuestión de tiempo.
La FAO invita a los países a aconsejar la ingesta de fuentes vegetales de omega3, visto que actualmente solo se aconsejan cápsulas de aceite de pescado como fuente de EPA y DHA.
3.- El transporte: El incremento del comercio y la globalización han propiciado el consumo de productos de origen lejano (ejemplo: pimientos desde China o Perú). De ahí que el consumo de algunos vegetales contamine más que el vacuno. ¿A qué se debe? Pensemos, por ejemplo, en la fruta tropical que se encuentra en los supermercados, la cual ha sido cultivada y procesada en África, y transportada durante la noche en avión para estar en los lineales de los supermercados europeos al día siguiente, y todo ello en apartados refrigerados. Aunque seamos unos privilegiados del primer mundo y podamos pagarlo, debemos pensar en términos ambientales: no es lo mismo una lechuga entera que se conserva sin refrigerar y que es cultivada en zonas cercanas, que una bolsa de la misma lista para consumo, conservada en un envase especial y en refrigeración.
4.- El empaquetado: El exceso de embalaje y empaquetado se ha transformado en un problema de primer orden. En los suelos de las ciudades, en los ríos y en los mares: por todas partes encontramos restos de envoltorios y plásticos. Lo más preocupante son los materiales no biodegradables, como los plásticos. Es posible hacerse una idea de la magnitud del problema observando el estado de los mares, como en este impactante vídeo.
En el año 2015 se filmó al plancton comer plásticos. Si el plancton contiene plásticos, toda la cadena alimentaria marina los contiene. Es indispensable que el consumidor tome conciencia y mantenga una postura de rechazo hacia cualquier envoltorio superfluo.
Fuentes consultadas:
1.- FAO / Food Climate Research Network. Plates, pyramids, planet [Internet]. Roma:
FAO/University of Oxford. 2016. Consultado el 20 de junio 2017. Disponible en: http://www.fao.org/3/a-i5640e.pdf
2.- Jeremy Rifkin. Ante una auténtica crisis alimentaria global. El País. 2002. Consultado el 13 de abril de 2017. Disponible en: https://elpais.com/diario/2002/06/10/opinion/1023660008_850215.html
3.- Ministerio de Agricultura, pesca y alimentación. Informe del consumo alimentario en España 2021. Disponible en: https://www.mapa.gob.es/es/alimentacion/temas/consumo-tendencias/informe-consumo-alimentario-2021-baja-res_tcm30-624017.pdf
4.- Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente. Estadísticas pesqueras. Disponible en: https://www.mapa.gob.es/es/estadistica/temas/estadisticas-pesqueras/pesca-maritima/estadistica-capturas-desembarcos/default.aspx