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Las etiquetas de los alimentos

Los envases de los alimentos son el escaparate de las empresas. En las etiquetas de los alimentos encontramos información obligatoria, opcional y libre. Además, en las normativas europeas se especifica qué información debe aparecer en la parte delantera o trasera y con qué tamaño mínimo de letras. El espacio libre es, lógicamente, objeto de profundos estudios de marketing.

La información obligatoria incluye la indicación del país de origen del alimento, el peso neto, el modo de empleo y de conservación, la fecha de caducidad o de consumo preferente. Además, deben figurar el listado de ingredientes (en orden decreciente de cantidad), la información nutricional (en forma de tabla) y, desde hace poco, los alérgenos.

En mi opinión, la información nutricional obligatoria puede ser de escasa utilidad para el consumidor inexperto, puesto que se refiere a porcentajes por 100 g de producto. Los porcentajes de las sustancias respecto a las ingestas recomendadas por día es información opcional y aunque puede llegar a ser más clarificadora no está exenta de posibles confusiones. En realidad para poder interpretar esta información se necesita un conocimiento de conjunto.

Además, a veces, la misma información es engañosa. Hay empresas optan por añadir esta columna pero lo que hacen es jugar con el tamaño de la porción. Un ejemplo son los cereales del desayuno: para que no parezcan demasiado calóricos o con demasiado azúcar, lo que hacen es indicar que la porción son 30 g, cuando la gran mayoría de los consumidores llega fácilmente a consumir el doble o el triple en una sola toma, aumentando notablemente la ingesta de azúcar sobre todo en el caso de los niños.

La composición indicada en las etiquetas de los alimentos, en cambio, es muy útil: debe de estar indicada en orden decreciente de peso, aditivos incluidos. Ya vimos en la sección de cereales que no todos los alimentos integrales son iguales y esto lo podemos saber a partir de la composición. Es importante ver qué cantidad de azúcares simples y qué cantidad y calidad de grasas están contenidas.

El tamaño de la letra  de las etiquetas de los alimentos es otro aspecto por el que la industria presionó en su día, obteniendo que el tamaño mínimo fuera de 6. Si alguna empresa no quiere realzar su información nutricional o composición es suficiente que utilice este tamaño ilegible para la mayoría de las personas.

Otra parte de la información que aparece puede responder a categorías establecidas por ley: no tiene la misma composición en cuanto a fruta y azúcar una ‘mermelada’ que una ‘mermelada extra’, pero esto el consumidor no lo sabe, por lo que no le es útil a la hora de comprar. El resto es publicidad y como tal nos puede informar sobre el valor añadido del alimento, pero también ofuscar nuestra capacidad de decisión, porque no hay que olvidar que las etiquetas de los alimentos son un espacio publicitario.

Ante tanta información sugiero repasar, con calma y sin obsesionarse, la composición de los alimentos envasados que compramos habitualmente y mirarlos uno por uno, para poder decidir si cambiar o mantenerlo.

Los alimentos ecológicos se reconocen por qué llevan el siguiente logo. En elMinisterio de Agricultura podemos saber algo más sobre ellos.

Más allá de los alimentos también hay etiquetas que reconocen un producto sostenible, como el del papel y madera sostenibles, textiles de confianza sin sustancias nocivas, cosméticos y detergentes naturales y ecológicos, ecolabel de la Unión Europea…además de la del comercio justo o pesca sostenibles. Según el Eurobarómetro de Octubre de 2017, solo el 25% de los compradores españoles declara fijarse en ellas, contra el 70% de los consumidores alemanes.