Los nutrientes se clasifican en macronutrientes (hidratos de carbono, grasas y proteínas) y en micronutrientes (vitaminas y minerales). Dicha división responde a la cantidad requerida: necesitamos varias decenas de gramos de los primeros cada día, mientras que de los segundos son suficientes microgramos o menos.
De los primeros se obtiene energía y estructuras del organismo, mientras que los segundos tienen principalmente la función de posibilitar las reacciones químicas de todo tipo, aunque algunos minerales también sirven como estructura, como es el calcio de los huesos. De todos y cada uno de ellos se necesita un rango óptimo, siendo deseable evitar tanto el déficit, como la sobredosificación.
Hasta aquí todo es fácilmente comprensible pero lo curioso es que esta explicación no aclara nada a la hora de hacer la compra, ni de planificar qué se debe comer y en qué cantidad. Siendo realistas, la mayor parte de las explicaciones sobre nutrientes entrañan un grave peligro, y es la imposibilidad para muchos lectores de ubicar dichos conceptos en un contexto más amplio. Es decir, hay que tener una formación previa para poder contextualizar esta información.
Cada nutriente cumple diversas funciones, por eso cuando leemos sobre ello nos sobrecoge el deseo de querer ingerirlo continuamente bien sea con alimentos o complementos, no sabiendo que de esta manera incurrimos en dos errores: el primero es el de desplazar otros alimentos igualmente importantes y así desequilibrar la dieta, y el segundo (y dependiendo de qué nutriente se trate) es de sobredosificarse. En la mayoría de los casos, además, estaremos gastando dinero innecesariamente puesto que habría que demostrar con anterioridad que estamos faltos de ese nutriente en concreto. Esto es lo que sucede cuando una persona se auto-medica con suplementos nutricionales o bien se empecina en comer diariamente un determinado tipo de alimento, eliminando así otros alimentos nutritivos y asumiendo una cantidad excesiva de los aspectos anti-nutritivos que contiene ese alimento en concreto.
Como si la confusión fuera poca, en los últimos años se han añadido suplementos de fitoquímicos, los cuales son sin duda de gran beneficio para el organismo, pero pueden engañar al consumidor que cree que por tomarse un suplemento de polifenoles, resveratrol, etc, puede llegar a prescindir de planificar y organizar su dieta.
Para una persona sana es más aconsejable estudiar una rueda alimentaria y organizar su ingesta semanal en base a los criterios allí establecidos. En ellas se habla de alimentos y no de nutrientes, lo cual es más lógico. Mi consejo es invertir tiempo y dinero en planificar un buen menú y escoger alimentos de calidad y sostenibles.