En las guías se aconsejan de 2 a 3 raciones/día, que llegan a ser 4 o 5 en el caso de embarazo y lactancia. Una ración corresponde a 200-250 ml de leche o g de yogur, 30-40 g de queso curado o 60-80 g de queso fresco (1).
Aunque las autoridades insistan siempre en que hay que aumentar el consumo de lácteos, estos no son un alimento indispensable, ni la única fuente de calcio. La fortificación de los huesos, por otra parte, depende de un conjunto de factores y no solo de la ingesta de calcio.
Cuando llega a la industria, le leche es sometida a tratamientos higienizantes y despojada de su contenido graso. Sucesivamente y según el tipo de leche que se quiera producir (si desnatada, semidesnatada o entera) se le añade contenido graso dentro de los límites previstos por la ley, aunque dicha grasa puede provenir de otra partida de leche. También se le añaden las eventuales fortificaciones.
¿Es buena o mala para la salud humana?
1.- La leche materna es un alimento ideal para el crecimiento. La capacidad de digestión de la misma en el ser humano acaba o se reduce a los 3-4 años, momento en el que disminuye la producción de lactasa (enzima que rompe la lactosa) y debe reemplazarse por otros alimentos.
Aun así el hombre lleva siglos consumiendo leche de bóvidos por lo que su capacidad de digerirlos ha mejorado, cosa que no sucede en las sociedades orientales en las que su consumo nunca ha sido habitual. Por esto no nos podemos comparar con las poblaciones orientales. La digestión de algunos derivados lácteos (yogur y quesos) es más fácil pues en ellos la lactosa se ha fragmentado, aunque puede originar otros síntomas (como cefaleas) en muchas personas, principalmente en mujeres, debido al elevado contenido de histamina.
2.- Hay personas que son intolerantes a la lactosa pues no producen suficiente lactasa para digerirla. La leche sin lactosa es leche normal a la que se añade lactasa para que rompa la lactosa. Si una persona no es intolerante no debería consumir leche sin lactosa, pues la lactosa favorece la absorción de calcio.
3.- Como efectos negativos sobre la salud, la leche se relaciona con el cáncer de próstata, contribuyendo sobre todo a la reaparición del mismo en hombres con sobrepeso (2), así como a una menor supervivencia de la mujer con cáncer de pecho (3). Esto se atribuye al contenido en hormonas sexuales ligado a la grasa de la leche, aunque los valores de dichos riesgos son muy bajos y siempre asociados a la cantidad consumida.
Positivamente presenta un efecto preventivo de cáncer de colon y recto y de mama, debido a su contenido en Ácido Linoléico Conjugado (CLA) (4). También se relaciona con la disminución de la presión arterial.
4.- En la leche también se encuentran tóxicos ambientales que suelen estar ligados a la parte grasa de la misma. Por ello si se toma leche desnatada estaremos evitando estos tóxicos, pero los estaremos ingiriendo en la mantequillas, quesos y otros alimentos que contengan lípidos lácteos. También cuentan con la presencia de hormonas y antibióticos que se suministran sistemáticamente a las hembras lecheras.
¿Es buena o es mala para el resto del planeta?
La industria láctea tiene un fuerte impacto medioambiental e implica prácticas de explotación animal, tales como separar a una madre de su cría con un día de vida, sacrificar a las vacas lecheras en cuanto bajan su rendimiento (generalmente a los 4 años, coincidiendo con la tercera lactación), dedicar la cría recién nacida a la industria cárnica, etc.
Por todo esto, en vez de sugerir reiteradamente un aumento de la leche y sus derivados, las autoridades deberían incitar a la reducción de su consumo optando por la difusión de patrones con consumo bajo de lácteos (como el mediterráneo u ovolácteovegetariano).
Estos consejos son adaptables a cualquier tipo de dieta, no importa si estás en una dieta de ayuno intermitente, una dieta para la diarrea, dieta aintiinflamatoria o dieta de hipotiroidismo.
Fuentes consultadas:
1.- Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC) y la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). Consejos para una Alimentación Saludable. 2007. Pág 22
2.- Tad D. et al. Milk and other dairy foods in relation to prostate cancer recurrence: Data from the cancer of the prostate strategic urologic research endeavor (CaPSURE™) [Internet]. 2018. Consultado el 28 de febrero de 2018. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29105845
3.- Kroenche CH et al. High- and low-fat dairy intake, recurrence, and mortality after breast cancer diagnosis [Internet]. 2018. Consultado el 28 de febrero de 2018. Disponible en: https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/23492346
4.- González A. Nutrición y Cáncer, lo que la ciencia nos enseña. 2016. Editorial médica panamericana.